10 ene 2011

Ironías de la vida



Cualquiera que no haya visto el partido de ayer entre el Racing y el Sporting, pensará que el resultado final del partido, 1-1, es justo dado el nivel que tienen ambos conjuntos. Sin embargo, y dadas las circunstancias anteriores al partido, todo inducía a pronosticar una victoria local. El Sporting, colista de Primera, con un entrenador en la cuerda floja, y reservando a algunos de sus mejores hombres, saltó al terreno de juego de El Sardinero con la intención de ganar, y comenzar a coger ritmo de victorias. Por su parte, el Racing, que venía tras dos partidos aburridísimos que finalizaron con sendos empates a cero (Hércules y Atlético de Madrid) necesitaba, quizás no tanto una victoria, que también, sino mostrar una clara mejora en su juego para agradar de nua vez a su afición, que sigue un tanto harta del rácano juego del equipo, lejos de lo que Portugal prometió a principios de temporada, cuando declaró que jugarían al 'tiki-taka'.


Mucho 'tiki' y nada de 'taka', si por 'tiki' entendemos el juego simplón y lento del que hizo gala el Racing en la primera parte, y por 'taka' las oportunidades de gol, que salvo el susodicho gol en propia de Grégory, tras remate de Bolado, sólo hubo otra ocasión, de Bolado también, que repelió el palo. A partir de ahí, por parte racinguista, absolutamente nada. Fallos en pases de menos de tres metros, inseguridad defensiva, y Toño haciendo de nuevo un gran papel y multilpicándose para parar los ataques gijoneses.

La primera parte terminó igualada respecto a la posesión y el peligro mostrado. Algo diametralmente opuesto a como se planteó la segunda parte. Un Sporting con la necesidad de ganar para evitar un desmoronamiento anímico en el vestuario se comió al Racing, que salió al campo acongojado, y pretendiendo defender un resultado por la mínima con una defensa blanda y lenta. Tras un aluvión de ocasiones rojiblancas, y alguna que otra ocasión fallada por parte racinguista (¿Otra vez, Rosenberg?), al final, y en el tiempo de descuento, Diego Castro, tras un fenomenal remate de cabeza que se coló por la escuadra. Total, los gijoneses en éxtasis, y secundando el cántico de 'Portugal dimisión' que atronaba en El Sardinero, ante la incredulidad de que con 20 puntos, se quiera destituir al entrenador, mientras ellos con 13 jalean y animan todo lo posible a Preciado. La diferencia es la manera de ser y trabajar de cada uno. Mientras Preciado se muestra siempre humilde, responde con franqueza, y busca sacar lo mejor de sus jugadores, Portugal se cree inventor del fútbol, y termina con Óscar Serrano (jugador de banda absoluto, zurdo cerrado y veloz como él solo) jugando de pivote defensivo. Vale que había bajas (Colsa y Diop, el 66'6% de los medioscentros del equipo) pero creo que hay ciertas cosas que cantan. Y no el 'I will Survive' precisamente.

Ironías de la vida, lo del móvil de Portugal durante la rueda de prensa, ¿no?

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