Sin problemas de insomnio

Tiempos felices para los del palco. Se gestaba el desastre.

Cuando tuve que leer 'Crónica de una Muerte Anunciada' de Gabriel García Márquez para la prueba de acceso a la Universidad, admito que el libro en sí no me gustó demasiado. Pero un par de citas se me quedaron grabadas en la cabeza, como si supieran que algún día me serían útiles para escribir alguna de estas cosas que escribo de vez en cuando. Una de ellas, la que me ha venido a la cabeza al pensar en la situación del Racing actual, es una que dice: Y padeció la certidumbre espantosa de que no volvería a dormir en el resto de su vida. Curioso como a veces los planetas se alinean y dan lugar a ciertas situaciones como ésta.

Y digo que me ha venido a la cabeza, pensando en la caradura de Pernía y el resto de troupèe que le acompaña. Los Montalvo, Bedoya, Revilla, que sonreían con él en las fotos, cómplices de las triquiñuelas llevadas a cabo en un club histórico de primera división. Pernía, quien escondido tras esa sonrisa de cartón y ese bigote desfasado, jamás tendrá problemas para dormir. Es evidente. Alguien que lleva tantos años mintiendo, estafando, y (posiblemente) llevándose dinero de un club que según sus propias palabras para él no significaba demasiado, porque a él, lo que le gusta es el motor. Los rallies, y demás. Por eso, a mí me cuesta imaginarme a alguien como él, que ni siquiera el día que por fin, anuncian que el Racing entrará en Ley Concursal, ni siquiera ese día, es capaz de ser sincero, no ya con los periodistas (acostumbrados a dorarle la píldora también) sino consigo mismo, y admitir sus errores.

Vale, el Racing no estaba en su mejor momento económico cuando él llegó al cargo. Vale, con él hemos vivido la Uefa, y dos semifinales históricas de Copa del Rey. Pero... ¿cuánto de esto es gracias a él? Porque fichó a Marcelino, por probar, como ya probó con López Caro (quien salió huyendo de Santander antes de empezar la temporada), como probó con Portugal (dos veces) y como tras Marcelino, volvió a probar con Mandiá y López Muñíz. Un acierto de cinco. Por no hablar de los fichajes. Zigic fue un gran acierto, pero no era la primera opción. Llegó a Santander casi por descarte, porque de la lista que Portugal le dio de delanteros, era el único que se prestó a venir. Y habría que contar los Gonçalves, Ísmodes, Brian Sarmiento, Ze Antonio, Morris, Felpetos...

Todo esto no es culpa suya, ojo. Pero él, como cabeza visible del buque que se hunde, debería al menos reconocer en parte que hubo equivocaciones. Como podría admitir que si el Racing está en la situación que está ahora, no es por culpa de Alí Syed. Porque el Racing ya tenía problemas antes de que llegara el indio. Y de hecho, el indio puso dinero (poco, pero algo puso) y sirvió para retrasar la necesidad de acudir a Ley Concursal antes incluso. Pero él, orgulloso, soberbio y prepotente como es, nunca admitirá que se equivocó. Que nunca supo demasiado bien lo que estaba haciendo, que le llevaban en una dirección u otra cada año, según el representante que acudiese al Sardinero. 

Por eso digo, que una persona que incluso el último día de trabajo, sigue sin admitir ni un sólo error propio, no tendrá problemas para dormir. Porque no son conscientes del daño ocasionado, ni al club, ni al resto de aficionados que pagan religiosamente el abono cada año por amor a unos colores. Porque a él, como a Montalvo, y a alguno más que estará en la sombra y no se le conocerá, no se les pondrá la piel de gallina recordando el gol de Colsa en París, ni seguirá sintiendo rabia cada vez que ve a Casquero en televisión, ni se les pondrá un nudo en la garganta al ver la última vez que nos jugamos el cuello por la permanencia con Nando Yosu. Y eso, para ellos está bien. Porque el criminal con escrúpulos y remordimientos, al final, ni es criminal, ni es persona de bien. 

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